Prácticas alimenticias erróneas definen los altos índices de obesidad de los costarricenses
Actividad física, comida sana, tiempos de alimentación definidos y una adecuada hidratación son factores clave que se han dejado de lado en los últimos años.
Luego de los datos revelados por la Universidad de Costa Rica sobre los altos índices de obesidad en adultos y niños, en el país; la nutricionista de Alimentos Calvo, Valeria Collado, se dio a la tarea de definir los principales cambios y prácticas alimenticias que la población ha adoptado en los últimos años y que la ha orillado a vivir en situación de epidemia.
Dentro del análisis realizado, se encontró que el crecimiento de un 13% de la obesidad en
solo ocho años se debe principalmente a los cambios de los estilos de vida, donde las largas jornadas laborales hacen que las personas sean más sedentarias y tengan menos tiempo para realizar ejercicio. Esta misma razón aplica en la disminución del tiempo para preparar y consumir los alimentos, por lo que se prefiere ingerir comidas altas en grasa y carbohidratos; sumado a los altos niveles de estrés y pocas horas de sueño que maneja la población actualmente.
Todo lo anterior, ha desencadenado que los costarricenses adopten prácticas erróneas de alimentación que también son factores que favorecen el aumento de peso. Entre ellas:
Saltarse tiempos de comida: al no hacer meriendas por falta de tiempo se tiende a comer en exceso.
No tomar agua: usualmente se confunde la sed con hambre, por lo que se come ilimitadamente.
No planificar la alimentación: si no se hace diariamente se termina comiendo lo que esté disponible y probablemente no va a ser lo más sano.
Consumo excesivo de carbohidratos o azúcares: al no tener actividad física, nuestro cuerpo no requiere la misma cantidad de carbohidratos de cuando sí se tiene, así que es fácil excederse en este aspecto.
“Los malos hábitos alimenticios aunados a la desinformación nutricional, hacen que los tiempos de comida de los costarricenses se base en carbohidratos, azúcares simples y frituras; opciones que contienen bajo aporte de vitaminas y minerales por lo que no se recomiendan; ya que favorecen el aumento de peso sin aportes beneficiosos para la salud”, comentó Collado.
¿Cómo contrarrestamos la obesidad?
Para bajar los niveles de obesidad es fundamental llevar una alimentación balanceada y completa, sin eliminar ningún grupo de alimentos; esto de la mano de actividad física diaria, regulación del consumo de carbohidratos y grasas y, sin excepción, el aumento del consumo de frutas, vegetales, agua y carnes magras o bajas en grasa. Además, se deben hacer 3 tiempos de comida principales (desayuno, almuerzo y cena) y al menos 2 meriendas (una en la mañana y otra en la tarde).
Debido a estas recomendaciones, radica la importancia de que todas las personas tengan acceso a consumir proteínas magras como el atún en todas sus presentaciones, sin distinción de nivel social o ingreso económico; ya que es un gran aliado nutricional por ser una excelente fuente de proteína completa que se puede consumir en un tiempo de comida principal, en las meriendas o snacks; panorama que se ve comprometido por la decisión de sacar de la canasta básica este producto en su versión en agua o sus especialidades.
“El atún definitivamente debe estar incluido en la dieta de los costarricenses. Su bajo aporte de grasa y alta contribución de omega 3, colaboran con la reducción de los triglicéridos, infartos, los ritmos anormales y a que la se normalice la presión arterial, bondades que previenen muchas enfermedades y definitivamente ayuda en la erradicación de la epidemia de obesidad que vivimos actualmente”, mencionó la nutricionista.
En general, es fundamental iniciar con premura la sensibilización de la población, derribando mitos en torno a la alimentación; esto permitirá que aumente la educación nutricional en temas como riesgos y complicaciones a corto y largo plazo de padecer obesidad, lo que hará que se tome consciencia de la importancia de cambiar los hábitos para crear estilos de vida saludable.