Restauran obras patrimoniales en Heredia
Desde hace un año el templo parroquial herediano pasa por una intervención estructural que logró consolidar sus paredes laterales, torres, cerchas y contrafuertes, proceso mediante el cual nunca dejó de recibir feligreses. Simultáneamente, la estación del ferrocarril –con sus puertas cerradas y en franco deterioro-, cercó hace diez meses su perímetro y entró en la transformación que la devolverá a su uso original para la comodidad de miles de usuarios.
Estos dos proyectos de restauración; la Parroquia de La Inmaculada y estación del ferrocarril, forman parte de las intervenciones realizadas por el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Juventud, en favor de la ciudadanía herediana.
La arquitecta Verónica Solórzano es la encargada de realizar cada semana supervisiones técnicas a las dos obras y asesorar debidamente a los propietarios, empresas contratadas e instituciones que hacen la inversión.
Intervienen uno de los templos más antiguos del país
La Parroquia de La Inmaculada, fue declarada Monumento Nacional en 1963 y es considerada uno de los templos más antiguos del país, es una construcción en calicanto, arriba, en su hastial, se lee 1797; año en que colocaron la primera piedra, se est ima que su inauguración fue en 1815.
“Toda la estructura fue reforzada, la cimentación era inexistente, por lo que se le hizo cimientos a todo el perímetro y se reforzaron los contrafuertes de los costados del templo. Adicionalmente, se reforzó las vigas y cerchas sujetando todo el edificio para que en un sismo actúe como un único bloque y no cada elemento por separado, que era lo que estaba pasando. Cuando había un sismo, al moverse todas las partes para diferente lado, se formaban las grietas. Esta era la deficiencia estructural que tenía”, explicó Verónica Solórzano, arquitecta del Centro de Patrimonio Cultural.
Un terremoto en 1851 obligó a la reconstrucción de la fachada entre 1855 y 1856, lo que se aprovechó para hacerla unos metros más afuera y así ampliar su capacidad.
En la intervención de 2018-2019 se invirtió ¢450 millones de colones para realizar un reforzamiento estructural y dotar de un nuevo sistema pluvial al antiguo templo.
“Además, el sistema pluvial estaba muy mal: canoas, bajantes y la recolección alrededor del templo. Los caños se rebalsaban y creaban problemas de humedad que se concentraban en algunos puntos del edificio. Todo esto fue rediseñado con los diámetros de tuberías adecuados para tener una evacuación mayor y evitar el estancamiento de agua y el rebalse que estaba dañando mucho la estructura”, agregó.
De esta etapa lo único que está pendiente es la pintura de las fachadas. Es una pintura especial para edificios patrimoniales a base de cal, que se solicitó en color gris claro con el fin de acercarse al aspecto que la iglesia tuvo. “La elección del tono fue pensando en la memoria colectiva de los heredianos, con la intención de que en unos meses ya va a tener la pátina que le da el musgo, que es como la visualizan”, apuntó.
La parte interna ya fue pintada, solo hay unas áreas en la pared norte donde quedan “testigos” que muestran al público, entre varias capas de pintura, algunos decorados desdibujados. Estos testigos serán señalizados con una cédula informativa en español e inglés.
Anteriormente, al templo se le sustituyó del sistema eléctrico, luego vino el actual reforzamiento estructural, pronto se espera continuar con el reforzamiento del baptisterio y la sacristía y solo quedará pendiente la restauración arquitectónica. Esta última etapa incluye la recuperación de los decorados de los cielos rasos descubiertos en la presente intervención, decapar pintura y restaurar columnas, zócalos, altar mayor, el coro y reforzar las escaleras.
“Consolidar lo que aparezca, volver a ese aspecto de antigüedad mediante el decape hecho por un restaurador y valorar si se recupera lo perdido. Ahí está la importancia de contar con un restaurador que conozca cómo intervenir las paredes para que replique lo que hay en el resto del templo”, apuntó la arquitecta del Centro de Patrimonio Cultural.
Según Solórzano, se sabe que en la bóveda central están ocultas las escenas de la Pasión de Cristo. “La idea es recuperar todos los decorados, que, si nos guiamos por los descubiertos (imagen del Corazón de Jesús y la Virgen María develados en la presente intervención) solo tienen una capa de pintura, pero, aun así, es un trabajo delicado”, apuntó.
Restauran una de las primeras estaciones de tren construidas en el país
Un edificio de bahareque y madera que data de finales del siglo XIX; que fue una de las primeras estaciones construidas en el país y que fue declarado patrimonio histórico-arquitectónico en 2003, por contar con elementos arquitectónicos característicos de principios de los siglos XIX y XX que lo hacen particular y excepcional dentro de la ciudad, es la segunda edificación patrimonial intervenida por el Centro de Patrimonio Cultural.
En el inmueble, ubicado a tan solo cuatrocientos metros de la Parroquia, la Municipalidad de Heredia ha invertido unos ¢350 millones de colones para restaurarlo. La vieja estación de ferrocarril es propiedad del Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer), y se planea reinaugurarla a inicios de julio. Cabe destacar que este proyecto se hizo realidad gracias al apoyo del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), el Ministerio de Salud Pública y el Centro de Patrimonio Cultural, que brinda la asesoría.
La idea de restaurar el modesto edificio de madera de la estación herediana tiene un origen muy especial: Ileana Hernández, arquitecta y profesora del TEC, se propuso recuperar la edificación abandonada, donde miles de pasajeros al día, como ella, pasaban incomodidades para abordar el tren hacia San José.
Desde 2015 Hernández presentó en tres ocasiones el proyecto de restauración de este edificio al certamen del Centro de Patrimonio Cultural, Salvemos Nuestro Patrimonio Histórico Arquitectónico, no ganó. También conversó con tres diferentes directores de Incofer. Hoy está pronta a ver su idea convertida en realidad.
“Yo me siento feliz, hice una maestría en Conservación del Patrimonio y venía con la idea de que había que hacer algo”, cuenta la arquitecta. “Destacaría la recuperación del edificio de madera que tenía unas adiciones de fechas posteriores y que se recupera en su memoria, como era originalmente. Se destaca el uso que pueda tener un edificio tan viejo de madera y bahareque, un sistema constructivo que no se puede volver a utilizar y cómo lo podemos poner en valor hoy. Ver el edificio que va a ser utilizado de nuevo, aunque tenga una técnica constructiva en desuso, es lo que más me satisface”, expresó.
Por su parte, Solórzano, arquitecta del Centro de Patrimonio Cultural, indicó; “Se recuperó la técnica constructiva del bahareque, lo interesante es que tiene ladrillo y bambú. Dejamos “testigos” en varias paredes del edificio, porque, al contar con un acabado final liso, no se podría ver cuál es el material original, sin embargo, ahí está la evidencia tanto de la madera, como del bahareque”.
“Fue un trabajo hecho con mucho cuidado para poder recuperar la esencia de la estación, dado el estado de deterioro y abandono que tenía el inmueble. Gracias a la información histórica, algunos planos antiguos y la evidencia en el sitio, propiamente, se logró restaurar en los sectores donde había muchas alteraciones. Por ejemplo: tenía más locales de los que había originalmente y retornó a los espacios que eran, se quitaron los elementos exógenos como las cortinas metálicas y extractores de grasa que generó mucho daño en los cielos rasos. Se quitó todo eso, entonces, fue posible una mejor lectura de lo que era el edificio y gracias a los planos antiguos, verificamos que los planos de la restauración eran correctos. Así se logró recuperar el edificio en su totalidad”.
“En el caso de las puertas y ventanas que habían sido clausuradas, se volvieron a recuperar los buques donde estaban y se puso una puerta más sencilla, de manera que se vea que son nuevas, pero también se recuperaron algunas puertas originales del edificio. Se está adecuando servicios sanitarios de acuerdo con la normativa actual y se evidencia que son nuevos, pero hay una compatibilidad de materiales y una armonía en el diseño, de manera que cualquier persona identifique que esto no es original del edificio, pero tampoco es discordante con el resto. Es una intervención bien lograda”, concluyó.
Solórzano indicó que la estación tuvo originalmente pisos de madera, no obstante, estaban en tan mal estado que no era posible recuperarlos; valoraron el uso que va a tener el inmueble como estación y locales comerciales de alquiler y decidieron hacerlo en concreto.
“En el proceso apareció un camino de piedras que se está delimitando y se le colocará una plancha de vidrio para dejar una ventana arqueológica de lo que hubo. Recientemente, en uno de los costados del estacionamiento de bicicletas, se encontró el caño de esa época que también se podrá ver. Pienso que, tanto en la intervención como en la parte espacial, se está recuperando la originalidad del edificio”, apuntó.
Solórzano informó que se realizó un reforzamiento estructural en pisos, cimientos y cerchas, el cual fue todo un reto porque se logró hacer con madera, sin ninguna estructura exógena al edificio. “Se hizo una intervención fuerte pero sutil para la vista, porque no es invasiva. Esto permitirá que el edificio se mantenga en pie por muchos años más”, mencionó.
La estación del ferrocarril que durante tanto tiempo estuvo cerrada al público, tendrá su boletería y los demás espacios serán alquilados para locales comerciales, como una cafetería donde no se preparen alimentos, solo se vendan y consuman; una agencia bancaria o una tienda de conveniencia, entre otros cuyo uso sea acorde con la conservación.
Además, hay un estacionamiento de bicicletas que incentiva a continuar el camino en este medio de transporte que resulta más saludable para el usuario, ecológico para el ambiente y conveniente para la viabilidad de la ciudad.
“Desde el punto de vista del patrimonio, hay que dejar de ver los edificios como museos, hay edificios que se pueden rehabilitar y que pueden tener otros usos acordes con el sistema constructivo, con la forma y demás. Pero también creo que todos deberíamos sentir que el patrimonio es de nosotros, no es del gobierno, ni de una institución, sino que nos pertenece a todos; que tenemos el derecho de verlos en uso y que forman parte de nuestra identidad y memoria. Creo que esto es parte de inculcar amor en los ciudadanos por su patrimonio y que lo intenten revalorizar desde ese punto de vista”, fue el mensaje de la arquitecta Hernández, gestora de la recuperación de la estación del ferrocarril en Heredia.