La inteligencia artificial y la esencia del ser humano, así como la relación de una protagonista con la comida, son las temáticas centrales de las obras ganadoras de la XIV edición del concurso UNA puesta al fuego, organizado por la Escuela de Arte Escénico de la Universidad Nacional, con el apoyo del proyecto Teatro en el Campus.
Esta iniciativa, tiene como objetivo el impulsar la profesionalización de jóvenes directores al fomentar su desarrollo creativo, artístico y profesional, al brindar condiciones favorables para aquellos estudiantes avanzados con habilidades para la dirección escénica, donde puedan investigar, profundizar y fortalecer sus destrezas en el ejercicio de la puesta en escena.
Del 28 al 30 de setiembre y del 1 al 8 de octubre el Teatro Atahualpa del Cioppo será testigo del debut de las obras: Choco chocolate y Ana y las galletas de arroz, dirigidas por Felipe Garzón y Manuela Segovia respectivamente.
Con la interpretación de Paola Cabrera, Choco chocolate es el nombre de la obra que tiene una connotación metafórica en relación a la esencia humana y la vida. El chocolate desde el punto de vista del director, es toda una experiencia: puede ser amargo y dulce pero es chocolate.
“Chocolate se encuentra en una profunda búsqueda sobre los elementos genuinos del ser humano, su objetivo principal trasciende cuando este se da cuenta de sus limitaciones como inteligencia artificial”, cita el comunicado.
Esta obra aborda temas que tratan sobre la existencia, la esencia humana, la inteligencia artificial y el mundo espiritual para materializarlos y ponerlos en escena a nivel estético y narrativo. De igual forma, contiene elementos performativos que pone en juego la participación del público. Venga y conozca a Chocolate, un robot que le llevará por un viaje hacia una búsqueda de identidad desde diferentes capas, donde también se cuestionará lo que podría generar la inteligencia artificial desde una perspectiva emocional y filosófica.
La producción y escenografía es de Jordan Fajardo, mientras que el diseño sonoro pertenece a Kevin Esquivel y el gráfico a José Pablo Sánchez, el videomapping estará a cargo de Melvin Parrales.
Galletas galletas
La segunda propuesta explora la relación de Ana, la protagonista, con la comida. Las
galletas de arroz son una de las pocas cosas que Ana se permite comer, y de hecho, son la base de su dieta. A nivel estético, Ana y las Galletas de Arroz pretende manejar una estética limpia, ordenada, mayoritariamente en colores blancos y pasteles. Esto responde a diversas necesidades discursivas y narrativas del texto dramático en el que estaría basada su puesta en escena; particularmente al deseo de aparentar orden, perfección, y belleza. Este deseo, que maneja cada aspecto de la vida de Ana, la lleva a construir un espacio mental donde nada está fuera de lugar. Pero, tal y como una casa de cartas, hace falta muy poco para que este espacio se desmorone, y revele el caos y el sufrimiento que existe detrás.
¿Cuántas galletas de arroz debo comer para no desmayarme? ¿Cuántos kilos debo perder para dejar de temerle a la balanza? ¿Cuándo será el día que dejaré de sentir tanta hambre? Estas son las preguntas que atormentan constantemente a Ana, una joven mujer aquejada por varios desórdenes alimenticios. En el mundo de Ana, las calorías son una enemiga invencible. La silueta, un miedo insuperable. La balanza y la cinta de medir, diosas y señoras indiscutidas. Entre cálculos, culpas, y consejos sombríos, Ana nos revelará sus miedos más profundos, y la historia detrás de ellos. En la obra participan Nanny Arias en la actuación, Paola Céspedes como asistente de producción, y Parrales con el videomapping, la música y los paisajes sonoros están a cargo de Octavio Segovia.
Las obras se presentarán de jueves a sábado a las 7 p.m. y domingos a las 5 p.m. La entrada tiene un valor de 5 mil colones general y 3500 estudiantes y ciudadanos de oro.
Fotografías Reinaldo Amién.