“Todos los artistas pretendemos una cierta inmortalidad”, Álvaro Bracci 

  • Exposición “Eva”, que ofreció el artista en el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, le permitió obtener el Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti en la categoría Bidimensional 2021

Álvaro Bracci nació el 27 de agosto de 1948, en la ciudad de Roma, en Italia. Cuando escuchó por primera vez el nombre de Costa Rica, no tenía ningún referente de aquel país; a sus 20 años de vida, Latinoamérica en general, era una zona prácticamente inexistente en su imaginario. 

 Cuestiones laborales que se le presentaron, debido a su formación académica en Ingeniería Industrial, le permitieron viajar por el mundo, hasta terminar un día en suelo costarricenses, donde, según él mismo afirma: ¡Me sentí en casa desde el primer momento que bajé del avión! 

 Han pasado 52 años desde su llegada a este país, que le abrió los brazos y le impulsó a descubrirse, de manera empírica, en su faceta de artista plástico. Bracci asegura que jamás podría decir la frase: “Costa Rica es mi segunda patria”; para él, este país que lo acogió, guarda el mismo lugar en su corazón que la patria que lo vio nacer. 

 Recientemente, Álvaro Bracci fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti 2021, en reconocimiento a su más reciente exposición. El Antiguo Cuartel de Armas de Alajuela, edificio patrimonial que hoy, junto a la Antigua Cárcel de Alajuela, alberga la sede del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, fue el sitio donde, durante 2021, este artista ítalo-costarricense ofreció la exposición “Eva”, que le permitió alcanzar el galardón. La muestra integró 43 obras pictóricas y tres instalaciones, distribuidas en tres salas. 

 Aquel niño que en su infancia pasaba largas horas dibujando y diseñando en su cuarto, se convirtió en un profesional de la ingeniería industrial, cuyos conocimientos aplica en la creación artística que plasma en sus pinturas, las cuales reúnen características que las hacen inconfundibles; entre ellas, la geometría de las formas y sus líneas, las figuras con manos de cuatro dedos, dado que el pulgar le genera asimetría, así como la prevalencia de una paleta dicromática. “Las expresiones, las geometrías y cómo estas van más allá de su rigidez y logran humanizarse; es decir, geométricamente puedo expresar dolor, alegría, desencanto y sorpresa, todas las situaciones cotidianas, con extrema espontaniedad y disfrute”, expresó el artista. 

 “No es un caminar en círculo, el arte; no lo es, porque vas avanzando con los años, madurando, evolucionando, pero el discurso sigue un camino”, afirmó el ahora Premio Nacional de Artes Visuales Francisco Amighetti 2021. 

 En su fallo, el jurado del galardón afirmó que la exposición “Eva”, de Bracci, “integra un importante corpus de obra pictórica, dibujo tradicional y digital con una gran solidez conceptual y formal, conjugando coherentemente, en su discurso, las temáticas de la relación entre el individuo, la sociedad, la política y la religión”. 

 La Unidad de Comunicación del Ministerio de Cultura y Juventud entrevistó al artista Álvaro Bracci, en razón de su galardón. En adelante, un extracto de ese diálogo. 

 ¿Cuál fue su primer acercamiento con la producción artística?  

 Me metí en un diplomado en Ingeniería Técnica Industrial, sin quererlo; era la época en que los padres le decían a uno lo que tenía que estudiar, no teníamos mayor libertad de encontrarnos a nosotros mismos. Estudié en el Instituto Galileo Galilei en Roma, en el segundo piso estaba la academia de Bellas Artes; siempre me quedaba viendo y lamentando con mucha tristeza no poder ser parte de ellos, y hacer lo que estaban haciendo. 

 Me metí en la rama industrial, automatizaciones, diseño de maquinarías y programa de producción. Me encontré en un mundo totalmente mecanizado: la línea recta, la curva, el tecnígrafo, todos estos elementos reprimían mi deseo de expresarme y liberarme; en un determinado momento logré someterlos y los humanicé; ahí empezó la razón de ser de mi obra artistica.  

 ¿Cuál fue la motivación para iniciar su creación artística? 

 Siempre me había gustado diseñar, diseñaba mucho en todas mis andanzas. Antes de venir a Costa Rica, estuve en Australia, donde hice algunas obras que logré vender para sobrevivir o vivir mejor. Ha sido en Costa Rica donde pude encontrarme y fusionar mi vision europea con la latinoamericana. Este encuentro hizo posible unir mi conocimiento técnico con la expresión artística; por esta razón, la permanente presencia de trazos precisos, elementos curvilíneos y otros aspectos técnicos en mi obra. Uso todo lo que es tecnología; mi computadora, una herramienta más de mi taller; la regla en T, la curvilínea y mucho más. La computadora me andaba buscando y yo a ella; lo bueno es que nos encontramos. 

 Trabajé en diseño de máquinas.  Diseñé unas máquinas automáticas que fueron a Brasil para producir los helados Cronchy, que todavía no se conocían. Los diseños industriales representaban para mí una obra artística, si cometía un error me fastidiaba muchísimo, no soportaba ver una mancha en el papel pergamino; las piezas tenían una disposicion acorde a una composición artística con su zona aurea, tenían que ser equilibradas, aunque su fin no lo requería y esto fue llevándome, al mismo tiempo, a lo que es hoy día mi obra artística. Posteriormente, en Costa Rica, estudié Filosofía, me ayudó mucho esta carrera a ser más crítico, más reflexivo y a preguntarme muchas cosas que, al fin y al cabo, tuvieron presencia en mi obra. 

 ¿Qué elementos fusionó en la exposición “Eva”? 

 En la exposición “Eva” vi la posibilidad de poder integrar tres salas, que fueran coherentes, una con la otra, que permitieran un transitar fluido y unísono. Considero que se logró, los espectadores muy jóvenes, y no tanto, que la visitaron, fueron muy expresivos y demostraron haber logrado preguntarse algo que la exposición le sugería, y salieron de ella con un sentimiento inquietante que les generó la muestra. 

 En la exposición se pudieron observar impresiónes digitales; óleos, acrílicos, serigrafías y mixtas. En las instalaciones, los materiales ocasionales: un maniquí, una alfombra, un pinocho de madera, los periódicos, la cadena de un barco, una tabla de formaleta pintada, entre otros elementos.  

 Fue muy lindo, porque fue un reto en todos los detalles; en todos los sentidos. Eran tres salas y en todas se debía hablar el mismo idioma; fue un reto que me llenó de satisfacción y un premio. Un premio siempre halaga, es un carburante para un artista. No se trabaja 50 años esperando un premio; quiero decir, uno trabaja porque realmente tiene una necesidad de expresarse, de comunicarse, cuando viene el premio, hay que levantarse, y aplaudir, porque realmente es muy bienvenido. 

 La exposición contó con pinturas de 2019, 2020 y 2021. La obra pequeña la hice en un espacio de varios meses, y fue muy nómada en su ejecución. Las obras grandes, las hice como una reinterpretación, porque el espacio lo requería, representaba el sujeto predominante, el inicio y un final: dos trípticos, de 6 metros; fue un arduo trabajo.     

 ¿Por qué la figura de “Eva”, es precisamente la que da nombre a la exposición?  

 Eva representa el primer pecado, la revolucionaria, la que se opuso al sistema. Dice “no, yo me como esta manzana y se acabó el tema”; el pobre Adán se fue con todo y tuvo que asumir las consecuencias; un detalle importante, coincide con el nombre de mi nieta menor, Eva, la hija de Francesco, mi hijo menor. 

 ¿Qué reflexión le deja este montaje y el trabajo creativo elaborado para dar vida a esta muestra? 

 Antes de “Eva”, hice otra exposición en febrero 2021, en la Casa de la Cultura de Puntarenas, una sala muy bonita. Cuando colgué las obras, sentí que todos esos cuadros en la pared no eran suficientes; faltaba algo, entonces, se me ocurrió hacer una instalación con los pedacillos de madera que uno encuentra en la playa, los llame “escapularios”.  

 Fuimos a la playa, recogimos un montón de pedacillos de madera, con un señor que cuidaba carros; hice varios viajes, con un sol calcinante, los puse en el centro de la sala y boom, la exposición funcionó. Era mi primera instalación, no había hecho ninguna antes, y me llenó de satisfacción; de ahí en adelante sentí la necesidad de incorporar instalaciones con la presentación de mi obra pictórica. 

 En el Museo Juan Santamaría me dieron una segunda oportunidad para demostrarme a mí mismo que, de verdad, el diálogo entre las dos expresiones logra un discurso más amplio y elevado; descubrí que, en estas exposiciones de peso, donde se reta tu capacidad creativa, puedes medir la madurez de tu carrera artística. Esta libertad en los espacios, el generoso apoyo de las instituciones, la abnegación de todos sus colaboradores, ponen a prueba tu capacidad de una respuesta adecuada a tanto apoyo y tanto esfuerzo. 

 No soy capaz de preparar una serie de cuadros a la medida, meterlos en una galería y ver qué se vende. Para mí, cada exposición es un reto; significa meterme, así, a la brava, en un tema, desarrollarlo sin ninguna condición y alcanzar lo pretendido. 

 ¿Qué significa este galardón para Bracci y su carrera como artista? 

 Este premio es un orgullo, lo que más me gusta es que queda una referencia para buscar la obra en cualquier momento, mediante el registro audiovisual que realizó la Universidad de Costa Rica; porque si hay una lista de Premios Nacionales, ahí estará mi nombre, entonces, tal vez despierte la curiosidad para saber más; esto me interesa, porque queda un registro para la posteridad, para seguir viendo la obra. Creo que todos los artistas pretendemos una cierta inmortalidad con nuestro trabajo; pienso en mis nietos y en mis bisnietos, ahí me podrán encontrar, más autentico que en ningún otro lugar, representando mi ser, mi yo, mi máxima intimidad; el Premio Nacional subraya mi trabajo, lo hace más visible, y esto me interesa muchísimo. 

 A nivel personal, es un orgullo que un jurado de cinco personas se pusiera de acuerdo, que coincidieran con lo que pretendí manifestar. Es una satisfacción, porque quiere decir que se he logrado el cometido. 

 Ojalá que la obra de arte pueda ser menos exclusiva, menos elitista. Me gustaría poder hacer exposiciones en zonas remotas, poder charlar con la gente, es difícil lograrlo, pero no imposible, la gran mística del personal presente en los museos nos permite soñar. Ojalá que pase la pandemia, y que nos liberemos de este yugo que nos tiene aprisionados.       

 ¿Qué significa el arte en la vida de Álvaro Bracci? 

 El arte es mi vida, realmente no podría existir sin ella; no existiría una vida… si no pinto; me siento muerto. 

 Llevo seis meses con un dolor; no sé si es el COVID o la vacuna. Me duele todo el cuerpo, terriblemente, y he tomado de todo… el doctor dice que debo dejar de pintar por 18 meses; no le doy pelota, sigo pintando, pero, claro, después no puedo dormir [de dolor], la necesidad de pintar prevalece a la disciplina de un proceso curativo. Un artista no tiene una fecha de jubilacion, solo las condiciones fisicas pueden castigarlo y obligarlo a un retiro no deseado. Tengo 73 años y medio; espero poder seguir en mi trabajo el tiempo que me quede.   

 Sin el arte no hay vida, en el lienzo blanco está mi futuro.  

 Álvaro Bracci se caracteriza por ser un artista empírico, hasta el día de hoy. Asegura que, para aquellas personas de otras áreas, profesionales o no, interesadas en dar sus primeros pasos en la producción artística, es fundamental la perseverancia y la testarudez. “Al principio, podés ir de un lado al otro, pero el encontrarte es el primer paso; una vez que te encontraste y estas convencido de tu idioma plástico, no lo sueltes. Si estás de verdad convencido, guste o no guste, seguí en él, y te va a llevar al éxito y a la aceptación. Ser perseverante en encontrarte y ser perseverante en mantenerte, una vez que encontraste tu lenguaje. La perseverancia y la testarudez son muy importantes, y creer en lo que uno hace; sin esto, no llegás. En cualquier expresión de la vida, en cualquier profesión, lo que sea que hagás, si no crees en ti mismo, ¿a dónde vas?”, afirmó el artista. 

 Asimismo, expresó que es indispensable no dejarse llevar por las tendencias. “Hoy día, con el Internet, muchos pintores ven lo que está de moda y lo hacen, y mañana hacen otra cosa y, entonces luego vos ves un cuadro y decís: ¿De quién es este cuadro? Ni se sabe, ni se dice”, explicó. 

 Bracci afirmó que habrá dos remontajes de la exposición “Eva”, el primero está disponible en la Casa de la Cultura de Heredia; posteriormente, se ofrecerá otro en la Galería Nacional, donde se expondrá en junio. Se trata de reinterpretaciones de la exposición, que tendrán algunos cambios, principalmente en razón de su adaptabilidad con los diferentes espacios expositivos. 

 Bracci a través del tiempo. Álvaro Bracci ha participado en varias ocasiones en muestras colectivas en el Museo de Arte Costarricense (MAC), así como en otros espacios expositivos del país; además, en 2018, ofreció la muestra monográfica “Dulcis in Fundo”, una selección de 70 piezas que repasó la obra del artista, desde los años ochenta, con diversas técnicas y formatos creativos, desde la técnica mixta, el óleo y el acrílico, la serigrafía, reproducciones digitales, collage, fotolitografía hasta la cerámica. 

  Su trabajo ha incluido además presentaciones de su obra en la V Bienal Internacional de Valparaíso, Chile, en 1981; la II Bienal La Habana, Cuba, en 1986; la VI Bienal L&S de Pintura Costarricense, en 1994; el Pabellón de Exposiciones Temporales, en el Centro Nacional de la Ciencia y la Cultura, el Teatro Nacional de Costa Rica, la Asamblea Legislativa, así como en la Universidad de Costa Rica.  

 Sus piezas se encuentran en colecciones del MAC, los Museos del Banco Central de Costa Rica y del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría; fuera del país, en el Museo de Arte Latinoamericano de Managua, Nicaragua y en el Museo Forma en San Salvador, El Salvador, entre otros. 

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