‘Asociación de Artesanos, Muebleros y Pintores de Palmares’ sueña con un local propio y el fortalecimiento de su identidad  

  • Armupa recibirá el galardón del Premio Nacional al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto 2021, este 27 de abril, en el Teatro Nacional de Costa Rica

Palmares es reconocido a nivel nacional por la calidad de sus muebles, por el trato amable de los muebleros y por la especialización que lograron cada uno de los emprendimientos y pymes de este sector durante tantos años y varias generaciones. 

Desde la década de 1960, la fabricación de muebles en el cantón es una -sino la más- importante actividad económica; fuente de empleo para muchas familias y elemento relevante de la identidad palmareña, de los saberes y conocimientos de ese oficio, con todas sus facetas, que son transmitidos de generación en generación. 

La Asociación de Artesanos Muebleros y Pintores de Palmares (Armupa) es la ganadora del Premio Nacional al Patrimonio Cultural Inmaterial Emilia Prieto 2021, galardón que entrega el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura y Juventud, como reconocimiento a la trayectoria y a los aportes que, en un ámbito del patrimonio cultural inmaterial, ha hecho una persona o agrupación, como es este caso, respecto a las técnicas artesanales tradicionales aplicadas en el oficio de la mueblería. Artesanos, tallistas, torneros, ebanistas, tapiceros, costureras, pintores y muebleros, se benefician de las actividades de la Asociación. 

Aunque Armupa se conformó en 2004, el sector tiene sus antecedentes de organización desde 1995, cuando 24 muebleros fundaron una cooperativa y abrieron un local en la entrada de Palmares, donde vendían no solo muebles, sino también materias primas como telas, espumas y maderas. La cooperativa se desintegró; sin embargo, años después lograron reagruparse con otros asociados y hoy vuelven a soñar con su propio local y el fortalecimiento de una tradición que los identifica a nivel nacional. 

Cuenta José Alberto Fernández, uno de los asociados fundadores, que, en 2008 para la Feria del Mueble, idearon construir un enorme sillón que midió ocho metros de alto, ocho metros de frente y siete metros de fondo. Fue en su momento, literalmente, el sillón más grande del mundo y así lo reconoció Guinness World Records.  

En esta titánica tarea de construcción, que implicó un arduo trabajo, se materializó el espíritu de cooperación que aún hoy los mantiene unidos y en pos de objetivos comunes, como fue en el 2020 la apertura de un local de ventas y sala de exhibición, siempre en la entrada de Palmares y justo al frente de donde estuvo la cooperativa. 

Con motivo de la entrega del Premio Emilia Prieto a Armupa, el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura y Juventud visitó este lugar para conocer y conversar con los asociados, así como con su presidente Johan Rodríguez Campos. Compartimos la conversación: 

¿Cuál es su experiencia personal con la mueblería? 

En mi familia siempre hemos tenido esos genes de construir y hacer muebles de madera, recuerdo que desde pequeño mi papá que actualmente es pensionado, ha hecho los muebles de la casa en madera y mis tíos también. Mi mamá es emprendedora artesana, tiene una candelería tradicional y toda la familia se ha involucrado. Hay un dicho en Palmares que dice que en todas las familias hay alguien que ha pasado por los talleres de las mueblerías, pues uno no se escapa de eso y de que hay una esencia ahí del tema de construir, de armar, trabajar la madera, que uno la trae, entonces, se tiene esa pasión, ese amor por el oficio que trato de transmitirlo en el trabajo con la Asociación mediante los proyectos que hacemos. 

¿Cómo fue abrir un local durante la pandemia? 

La Asociación se animó, alquilamos el espacio y lo remodelamos con el esfuerzo de todos, porque cuando quitaron las pistas de go kart (anterior negocio en el local) dejaron el piso en concreto; y a partir de ahí se ha mantenido desde junio de 2020. Sí fue arriesgado. Nos decían que cómo en media pandemia estábamos haciendo esto, sin embargo, gracias a eso, todos los muebleros que han podido vender aquí se mantuvieron activos.  

En pandemia surgió un fenómeno: la gente, al estar en las casas, empezó a ver que necesitaba remodelar sus muebles, porque estaban en teletrabajo necesitaban un escritorio; entonces empezaron a comprar muebles y este lugar se prestó para que se reactivara un poco esa parte. Obviamente no fue tan grande como era el comercio en general, pero sí se mantuvo estable y pudieron mantenerse durante estos dos años. Lo que estamos visualizando ahora es que Armupa pueda tener su propio edificio. 

¿Cuántos muebleros se ven beneficiados de este local? 

Acá hay exponiendo como unos 30 talleres, algunos de ellos tienen muebles de varios talleres, entonces los beneficiados son mucho más. Esperamos a partir del otro año retomar Expomuebles en el campo ferial de la Asociación Cívica de Palmares (ACP) porque se le puede dar mucho más espacio a más gente. El evento se hace una vez al año, normalmente en el mes de marzo. De hecho, este año se cumple 18 años consecutivos de hacer Expomuebles ininterrumpidamente. 

En el campo ferial logramos tener hasta 80 empresas, más del doble de lo que aquí hay, porque también entran empresas que distribuyen materias primas, de decoración del hogar, talleres y muchas otras cosas. Es mucho más amplio. Como son muebles, no es lo mismo, porque una pyme puede ocupar un espacio de tres por tres metros, pero ellos ocupan espacios muy grandes para exhibir, por eso el campo ferial se presta. Aquí castigamos un poco la cantidad, pero sí hay mucha calidad de todo lo que se hace. Esta prueba que se hizo aquí a partir de 2020, nos dio pie para pensar que esto se puede tener permanentemente. 

¿Por qué es necesario contar con un local de exhibición permanente? 

En Palmares hay muchas mueblerías, pero hay más talleres que no tienen donde exhibir los muebles y Armupa se volvió como una ventana para toda esa gente que tiene su producto en el taller en su casa y que no tiene cómo alquilar un local.  

El contrato de acá está hasta mayo y no sabemos si lo vamos a renovar, pero ya estamos trabajando en buscar otras opciones de espacio en el cantón para poder tener esta exhibición permanente más grande o al menos del mismo tamaño. Hemos hecho gestiones con la alcaldía municipal y con instituciones como el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). 

Con el INA tenemos un convenio para instalar al lado de la sala de exhibición, un taller de tapizado y de ebanistería, para tener acá inclusive la parte de capacitación y formación técnica. Eso lo estamos valorando, porque si no podemos continuar acá y tenemos que trasladarnos, ellos necesitan que sea a un local permanente, entonces es parte de lo que estamos trabajando. 

¿Cuántos asociados tienen? 

Actualmente tenemos 40 asociados de talleres o familias muebleras. Algunos ya están retirados del oficio, pero siguen con nosotros porque estuvieron toda su vida (son socios fundadores) y ahora son los hijos que están trabajando en las mueblerías. 

¿Por qué la Asociación no es solo de muebleros, sino incluye a artesanos y pintores? 

Es una deuda con el cantón. Cuando nació la Asociación en 2004, tenía el objetivo de no solo abarcar a muebleros, porque dentro del sector, aparte de ebanistas, carpinteros y costureras, se encuentra pintores -porque son los que dan el acabado a los muebles-, artesanos -porque son los que hacen la talla-. Antes, cuando se usaba el torno y muchas técnicas manuales, las mueblerías eran muy artesanales y por eso los objetivos y estatutos de la Asociación desde un principio eran proteger no solo a muebleros, sino a artesanos y pintores, que son parte fundamental de los procesos productivos.  

Sin embargo, entre 1990 y 2000 hubo un auge de las mueblerías palmareñas y se hizo muy industrial. De los muebles que se vendían en el país, la gran mayoría se producía en Palmares para comercializarse en los grandes almacenes, se dejó de lado lo artesanal y en esa época la Asociación se enfocó en lo comercial, pero en los últimos años hemos vuelto los ojos hacia lo artesanal, talla, pintura; porque queremos retomar parte de la identidad de la misma Asociación. Muchos artesanos y pintores ya fallecieron, entonces se ha perdido mucho esto en el cantón. No hay generaciones nuevas haciendo este tipo de oficios, entonces hay que rescatarlos. 

A partir del 2019 la Asociación se abrió a incluir a otros miembros de la Zona de Occidente, e invitamos a muebleros, artesanos y pintores de otros cantones a ser parte y que se involucren. Lo más importante es que sean gente que esté produciendo y tenga esto como proyecto de vida. 

¿Qué piensan hacer con el monto en efectivo que otorga el premio? 

No lo hemos definido aún, sin embargo, como Asociación tenemos muchas necesidades como contar con un edificio; lo otro es que queremos trabajar en proyectos para fortalecer y que no se pierdan los talleres de Palmares, que no se pierda la tradición y el oficio. Aquí hay técnicas que son propias de los muebleros de Palmares y hay algunas familias que los hijos no siguieron con esa tradición.  Por ejemplo, no se consiguen costureras para el tapizado, porque la gente ya no quiere ese oficio, entonces necesitamos fortalecerlo, trabajar en proyectos que inviten a seguir en estos oficios porque los muebleros los ocupan, hay muchas fuentes de trabajo, pero no hay gente que quiera hacerlo. También queremos reconocer el trabajo de los portadores de la tradición. Con el premio estamos tratando de definir cómo utilizar esos recursos. 

Otro proyecto importante que habíamos iniciado antes de la pandemia, es que ellos necesitan también actualizarse en nuevas técnicas según lo que el mercado pide. Queremos traer gente mediante un convenio que capacite a los talleres con técnicas que se puedan mejorar para seguir siendo competitivos, sin perder la tradición. 

¿Cómo valora el impacto socioeconómico de las mueblerías en Palmares? 

Yo también soy parte de la Cámara de Comercio de Palmares y hemos estudiado esto. Encontramos que después de 1960 y finales 1970, que empezó a disminuir el café como fuente de empleo, fue donde surgieron las mueblerías. 

Cuando hicimos el mapeo del proyecto Rescate de los Oficios Artesanales de las Mueblerías Palmareñas, encontramos una gran cantidad de talleres que existen y están en el anonimato. Por poner un ejemplo, entramos a un barrio, en una calle de 100 metros, nos encontramos que había seis talleres en diferentes casas; que en este lado solo arman, que en este otro lado hacen la costura y en el otro pintan. Diferentes procesos productivos en un mismo barrio, pero todos dirigidos a las mueblerías.  

Calculamos que actualmente hay unos 350 lugares así, donde hay familias que se dedican a una parte de los procesos productivos, entonces, esto genera mucho empleo. Si lo vemos en lo económico, lo comercial, actualmente tenemos mueblerías asociadas que producen hasta 100 muebles por semana que van a todo el país y algunos se están exportando. Este es un impacto importante, porque esas mueblerías necesitan quien les cosa, quien les pinte, quien les venda materia prima. A nivel del impacto socioeconómico, actualmente está el comercio tradicional como tiendas, supermercados y eso, y después, están las mueblerías generando empleo en el cantón. 

En la sala de ventas y exhibición también conversamos con Sergio Castro Muñoz, quien tiene 55 años de ser mueblero, es asociado fundador y ha vivido todas las etapas de esta organización. Él lo vislumbra así:  

“Mi idea es que esto siga, tome fuerza y lleguemos a tener un lugar que sea nuestro; que sea para formar gente de Palmares y todo el que quiera venir; que sea una Asociación que pueda crecer; que tengamos nuestra propia sala de exhibición; que nuestros jóvenes y nietos -los que vienen para arriba- puedan formarse con Armupa; que tengamos algo que sea de Palmares; y que Johan, que tiene tanta capacidad, nos meta el empujón. Yo ya voy de salida, pero con la ayuda de él y algunos compañeros de la Asociación que tienen ganas de seguir, vamos a echar para adelante, porque esta es la comida de muchos, que desde hace tiempo y gracias a Dios, les hemos dado esa oportunidad de un trabajito. Si contara cuántas personas viven de esta sala, se asustarían”

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