Entrevista a Luis Carlos Vásquez, Premio Nacional de Teatro Ricardo Fernández Guardia 2016, en la categoría de Dirección
Serie - Premios Nacionales de Cultura 2016
“En el teatro contemporáneo el director es un especialista”
El niño que dio sus primeros pasos de dirección en su natal Barranquilla, cuando -según cuenta- su madre tenía que imaginar dónde estaban las imágenes del Nacimiento, que él cambiaba todos los días de posición y decoraba con figuras recortadas, es Luis Carlos Vásquez; un director consolidado, con más de 100 montajes en el teatro y producciones para cine y televisión.
“Tengo que agradecerle a mis padres, que me llevaban al teatro desde que tengo tres años, porque tuve la oportunidad de ver gente maravillosa, bailarinas, espectáculos y títeres increíbles, en el escenario”.
Su carrera la ha realizado principalmente en Costa Rica, donde vive desde hace 42 años cuando decidió establecerse después de una estadía en México. Tras un breve paso por la Escuela de Artes Dramáticas de Bogotá, Colombia, y participar como actor en teatro experimental, decidió abandonar su país, porque según afirma: “estaba muy politizado”.
Ya en Costa Rica, fue parte de los fundadores de la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad Nacional de Costa Rica, como profesor de Expresión Corporal. Al tiempo que también se desempeñaba como actor en el Teatro Arlequín, y con el grupo Tierra Negra de la Universidad de Costa Rica, con el cual presentó “Invasión”, la primera obra que dirigiera.
Tras años de muchos trabajos, de los cuales afirma que casi ninguno es realista del todo, uno de sus últimos montajes, “Sueño de una noche de verano”, del dramaturgo inglés, William Shakespeare, recibió recientemente el reconocimiento que el jurado del Premio Nacional de Teatro Ricardo Fernández Guardia2016 otorgó en la categoría de Dirección. Según la resolución es “un increíble trabajo de gran gusto y con una unidad de estilo, una dirección no solo del espacio escénico y de cada imagen presentada en la obra, sino también un limpio trabajo actoral del elenco que permite un disfrute total. Presentando al espectador un espacio escénico en congruencia con el desarrollo del mensaje, la obra y riqueza de la puesta en escena”.
La obra que Vásquez dirigió por primera vez en 1998, para la Compañía Nacional de Teatro, relata la historia de cuatro nobles enamorados no correspondidos que se sacrifican para conquistar lo que anhelan. El director recibió a la Oficina de Prensa del Ministerio de Cultura y Juventud, en su casa, un lugar lleno de arte, lleno de la identidad de quien se define como un especialista en la dirección teatral.
En este caso se le premia por la dirección de un clásico de la literatura teatral universal, con 23 actores en escena, eso supone cierta rigurosidad ¿Cuáles métodos utiliza para alcanzar sus objetivos de dirección?
Realmente el proceso de montar este Shakespeare fue de una u otra manera, entre comillas, más fácil que el anterior. Esta es una obra que quiero mucho; en mi vida teatral esta es la tercera vez que la hago; la primera vez que me acerqué a ella fue como actor, cuando iba a hacer el personaje de Lisandro. Después fue cuando me llamaron a dirigirla en la Compañía Nacional de Teatro y tuvo que hacerse una investigación muchísimo más grande, que nos sirvió para esta segunda versión.
Este fue un trabajo arduo de 30 días de ensayo. Cada obra tiene su técnica y su manera de solucionar diferente. Pero mi metodología consiste en un libro de dirección en el cual acumulo toda la información, los significados, los diseños, lo que buscamos, lo que significa la obra a nivel de literatura universal, todo lo que significa el trabajo de mesa. Para mí es fundamental en mi trabajo la conformación de un grupo, que salga a luchar por una obra o una idea y guiar a las personas por donde quieres llevar esta pieza, en términos estéticos y de actuación.
Como director ¿Cómo describe su relación con sus elencos?
Tengo la suerte que generalmente a las personas que llamo le entusiasman los proyectos, porque llega un momento que esta relación es tan intensa, y la continuidad que se tiene con esos actores, que ya conocen tu lenguaje y se entregan al proceso, permite una dinámica de grupo que trabajo muchísimo. Mis ensayos son muy concretos. Sé lo que quiero en cada uno ellos, llego con cosas muy definidas. He tenido que aprender a sintetizar por las limitaciones de tiempo.
En el teatro contemporáneo, tenemos que decir que el director es un especialista. Los actores por lo tanto están supeditados a una idea, pero tienen que hacer su trabajo, al igual que yo, porque ellos son creadores. Doy pautas, hago la puesta en escena, los ayudamos con la estética y en todo lo que podamos, pero obviamente el actor tiene que hacer su aporte. Trabajo con actores con una gran disciplina y con una gran imaginación.
Cuando hablamos de puestas en escena, hablamos solamente de los actores y dejamos por fuera la totalidad, que es iluminación, música, vestuarios, escenografía, más otra cantidad de cosas que dependen del tipo de montaje que vayamos a hacer. Por ejemplo, con la música doy un sonido o una investigación de sonido o referencias y de ahí el músico o compositor se basa para empezar a hacer su trabajo.
Es casi una familia, cuando estás haciendo una dirección tienes que ser un poco maestro, psicólogo, papá; en fin, muchas cosas porque con los actores se trabaja con una psicología ecléctica con la que tienes que trabajar y juntarlos en pro de una puesta en escena. Es una relación diferente en todos los casos, pero íntima y muy bonita.
Esto me interesa mucho, el cómo logras esa relación con los actores y cómo logras comunicarte con ellos, para que ellos a su vez comuniquen a un público general lo que vos andas buscando como artista.
¿Qué factores le resultan fundamentales para considerarse satisfecho con una puesta?
Siempre hago un tipo de puesta en escena con mi concepto y con elementos que no son terriblemente convencionales. Realmente no he montado casi nada que sea realista del todo, creo que eso da posibilidades para soñar. Esto es importante porque considero que los directores de teatro actuales, también son artistas y tienen que tener un concepto de qué realmente es lo que quieren montar. Creo que eso también llena mucho a los actores. No es malo experimentar pero tampoco creo en mucha improvisación.
Los preestrenos son muy importantes, me gusta mucho que vengan los hijos pequeños del elenco. Esto no es algo nuevo en el teatro, un señor que se llama Peter Brook lo hizo hace mucho tiempo. No estrenaba si no mostraba antes la obra a niños, porque decía que si podía lograr la atención y comprensión de los niños, estaba seguro de que el público general iba a ser mucho más receptivo.
Una crítica local de la puesta valoró que: “El resultado fue una experiencia de importante valor artístico que nos permitió verificar la inagotable magia del teatro” ¿Cómo conseguir que el teatro sea mágico?
Bueno esa es una pregunta muy interesante, pero realmente no sé, no tengo una fórmula para que sea mágico. Creo que cuando empiezas a realizar el acto te empieza a resultar mágico. Uno trata de dilucidar el misterio y de buscar esa magia, pero no hay una fórmula en concreto.
Estoy muy contento con esa crítica porque normalmente mis espectáculos no tienen tan buena crítica. Siempre se lo digo a los actores, que recuerden que no soy el director de las grandes críticas; sin embargo, ya van más de 100 montajes realizados en el teatro, algunos de ellos producen rechazo, así como otros producen una entrega total.
¿Cómo hacer que una obra que fue escrita en 1595 mantenga su esencia, al mismo tiempo que pueda ser referencial para el público actual?
Ahí es donde está el gran secreto de Shakespeare, que sus obras siempre pueden ser adaptadas a otros tiempos, a los tiempos actuales, ahí es cuando considero que hay un dramaturgo que tiene una constancia y que siempre puedes aplicarlo al futuro. El clic de “Sueño de una noche de verano” es el amor. Como la sociedad te marca de quién te tienes que enamorar y el amor de repente se salta todas esas barreras.
Esta puesta se realizó dentro de un programa que busca acercar al teatro a jóvenes estudiantes a través de obras recomendadas por el Ministerio de Educación Pública ¿Qué otros esfuerzos se pueden hacer para atraer nuevos públicos?
Hace años atrás el teatro se impartía como materia en las escuelas, creo que era opcional. La historia del país ha cambiado y hay mucho más difusión. Ahora las personas ven vídeos donde cantan y bailan y ven películas que los inspiran a llegar a ser como… o se interesan por la actuación. Las escuelas de teatro están llenas.
Me parece que “Érase una vez” es un programa que le da una oportunidad importante de lograr la relación con el público que no precisamente tiene acceso al Teatro Nacional. Además es una excelente fuente de trabajo, para toda la gente que participa en estos montajes, actores, escenógrafos, músicos, artistas, realizadores. Este es un programa insigne que ojalá tenga continuidad.
¿Cuáles elementos dependen directamente del director para que una obra se considere exitosa? ¿Cuáles se escapan de sus manos?
Creo que lo fundamental es el dinero. A veces los recursos son demasiado reducidos y tenemos que usar mucho la imaginación, cada vez que voy fuera del país me doy cuenta que aquí sacamos el trabajo con las uñas y con un gran esfuerzo hacemos maravillas.
¿Y considera que esos recursos deben provenir solamente del Estado?
Lamentablemente en la historia del teatro, que no pasa con el cine que es una industria artística, siempre desde tiempos inmemorables hemos tenido la protección del Estado. Desde los griegos se dan concursos patrocinados por el Estado y hasta el día de hoy es así, especialmente si quieres hacer teatro artístico, siempre estás supeditado a una subvención oficial o semioficial. Las limitaciones en la parte técnica como el sonido, también son un problema serio, la tecnología de la iluminación también ha cambiado mucho.
¿Supone eso algún tipo de replanteamiento de la “industria” teatral?
Podría ser, nunca se ha visto con las dimensiones de negocio; hay cierto tipo de teatro en el medio que es un negocio y no lo estoy condenando absolutamente para nada. Creo que para hacer el tipo de teatro artístico, por ejemplo con los musicales, se genera algún tipo de ganancias.
Hay toda una serie de aspectos en la institucionalidad que no permite hacer mayor comercialización y se podría aprovechar más alrededor del espectáculo, por ejemplo si alguien quiere comprar la música de la puesta, el vídeo, los programas, camisetas... Hay teatros en el mundo que lo hacen de manera regular. Nuestro público no está acostumbrado a consumir estos productos y creo que esto aportaría mucho a las ganancias.
De todas formas, en un escenario ideal en el que usted tuviera todos los recursos, ¿habría algo que se escape de sus manos como director, para asegurar el éxito de una obra?
Hay que luchar hasta el final para conseguirlo. Siempre trato de que la obra sea exitosa, desde algún punto de vista; desde el artístico, pero sobre todo desde el punto de vista del público. Porque si el público no viene, no hay teatro, no se cumple el rito, ni la magia. El teatro ocurre en el momento que alguien lo presencia.
¿Cuál es su criterio con respecto al estado de la dirección teatral en el país?
Voy mucho a los espectáculos de directores jóvenes y creo que surgen valores en esta generación. La mayoría son veinteañeros, muchos trabajan conmigo y es gente interesada en ser más integral en el teatro. Hay directores que tienen búsquedas específicas, haciendo propuestas más alternativas que corresponden a su edad. Siempre voy esperando llevarme una sorpresa, nunca voy prejuiciado, en general me pasa eso con compañeros de teatro, siempre quiero encontrar algo que sea competitivo artísticamente y que me haga temblar el piso.
En pocas palabras, ¿qué requiere un buen director de teatro?
Necesita antes que nada ser un líder con sus actores; tener un carisma especial para que seas creíble. Debes ser un gran comunicador de tus ideas, con actores, diseñadores y con toda la gente que te rodea, inclusive hasta con los productores para poder vender bien tu proyecto. La pasión del teatro es indispensable.
¿Se requeriría haber sido actor para ser director?
El director tiene que nacer. No sé exactamente si ese sea el consejo, pero creo que sí es necesario que seas actor, que hayas pasado esa etapa, bueno, malo o regular. A mí me hace falta de vez en cuando esa base y volver a sentirlo desde ese punto de vista el teatro.
¿Qué representa el Premio de Dirección 2016, para su carrera?
Significa mucho, el último premio de dirección que tuve fue en 1996, lo tuve por la obra “Médico a palos” de Molière, que hice con la Compañía Nacional de Teatro. Han pasado muchos años y esto me emociona, sobre todo por la reacción de felicitaciones del público que te dicen comentarios como: “Yo fui a ver la obra y se merecía el premio”, es muy lindo.
Luis Carlos Vásquez, cierra esta entrevista al mostrar con el libro de dirección que utilizó para “Sueño de una noche de verano”: figuras recortadas, como las que añadía al Nacimiento en su casa de Barranquilla, dibujos de vestuarios, ideas de los perfiles de los personajes, imágenes del escenario, entre tantas otras cosas; todas de su puño y letra o de los materiales que fue recopilando y pegando en un “manual” de una creación única, una verdadera obra de arte en sí misma. Porque como afirma “todas las puestas son distintas”.
Tal vez, sea esta la forma como un niño que soñó en ser director, cada vez que regresaba a su casa del cine y dirigía con sus primos como elenco lo que habían visto en la gran pantalla, demuestra ya como adulto que los sueños como el que habrá tenido tantas noches de verano, sí se pueden hacer realidad.
Producción- Oficina de Prensa y Comunicación - MCJ / Consecutivo 156 / JLR / 14-03-2017