Byron Salas Premio Nacional Aquileo Echeverría 2017 en Novela
Byron Salas Víquez empezó sus primeros escritos inspirado en las telenovelas. Él mismo asegura que cuando tenía unos 12 o 13 años de edad, sus primeros pasos en la literatura tenían la estructura de los “culebrones” que pasan por los canales nacionales y de toda Latinoamérica.
Junto a su madre, en Atenas de Alajuela, disfrutaba viendo aquellas producciones. Sin embargo, fue hasta que llegó a la universidad que se pondría “serio” con respecto al desarrollo de la literatura.
Actualmente, a sus 24 años de edad, el actual estudiante de Filosofía en la Universidad de Costa Rica asegura nunca haberse esperado el fallo que lo declararía ganador del Premio Nacional de Cultura Aquileo J. Echeverría 2017 en la categoría de Novela por su obra “Mercurio en Primavera”.
Salas afirma que serían los cuentos de Jorge Luis Borges los que lo sumergirían en el mundo literario, a pesar de que actualmente no le produce ningún efecto leer al argentino; sin embargo, afirma que comparten, o al menos así lo considera él, el gusto por lo fantástico.
En sus primeros escritos, asevera el ateniense, incluso llegó a emular autores del Boom Latinoamericano; lo único que conserva de aquellos tiempos es una novela con esa estructura. Este joven escritor agradece que la mayoría de los textos con los que inició, hayan desaparecido; aunque reconoce que le sirvieron de mucho, pues le mostraron el camino que no quería seguir a la hora de escribir. Aclara que escribe para sí mismo; tal como se habla a sí mismo e interioriza todo lo que puede; así escribe, como le gustaría leer.
Precisamente, ese deseo por leer como le gustaría -pues asegura que actualmente no le gusta la mayoría de literatura que se produce-, es la razón que lo llevó a publicar su novela “Mercurio en Primavera”, obra que el jurado del Aquileo 2017 calificó como “sorprendente”, “valiente” y “rotunda”; que da visibilidad a minorías sociales y sexuales.
“Mercurio en Primavera” es la primera novela -y obra- publicada por el joven escritor costarricense, Byron Salas. Desarrolla la historia de dos hermanos, Lucas y Carlos, quienes mantienen una relación incestuosa mientras viven con su madre viuda, en Atenas de Alajuela. Paralelamente aparece Laura, otra viuda que entabla una relación con Carlos, a pesar de que este es menor de edad; sin embargo, él encuentra en ella la emoción y la atención que no recibía de su madre.
“Tan valiente como rotunda, ‘Mercurio en primavera’ se adentra en una temática de enorme significación social que hasta el presente ha sido poco explorada por la narrativa costarricense: la opresión, escarnio -y exclusión, en definitiva- de la diversidad sexual, desde la inequidad de género y los tabúes del patriarcado y la religiosidad predominante en el país.
[…] Esta novela constituye un ejemplo brillante de renovación en la narrativa costarricense, merecedora del Premio Nacional en esta categoría”, concluyó el jurado del Premio Nacional de Novela 2017.
Salas conversó con la Oficina de Prensa del Ministerio de Cultura y Juventud sobre su carrera como escritor, su obra premiada, entre otros temas. A continuación un extracto:
¿Cómo nació el título “Mercurio en primavera”?
Básicamente por una fascinación sexual que siento por el Mercurio que aparece en “Alegoría de la primavera”, del pintor renacentista Sandro Botticelli. Es un Mercurio renacentista, que aparece junto a las tres Gracias, que tiene toda una simbología.
Incluso llegué a pensar que la novela podría ser un ejercicio donde llegara a mezclar los personajes del cuadro y así hacer una especie de explicación del título. Pero me ganó la vulgaridad y el cuadro se transformó en pornografía, por lo que decidí dejar de lado la idea de hacer una explicación. Lo único que quise fue poner un título que me recordara a ese dios Mercurio.
¿El libro, a su parecer, es reflejo de la sociedad rural o es inventiva?
Odio la palabra reflejo en comparación con la literatura. No creo en una literatura mimética porque ese sería el final de la literatura. Apostar por una literatura que quiera ser un reflejo de lo que está ahí o lo que uno cree que está, es matarla.
Me lo imaginé todo. Quisiera creer que es una novela completamente fantástica. El problema es que el fallo del jurado resaltó que es una novela muy política, lo cual para mí es una confirmación de las virtudes de la literatura imaginativa que a mí me gustaría hacer. Porque al final ese fallo, y la forma tan política en la que puede ser leída la novela, confirma que por más elevada que se crea que es cierta literatura, no deja de estar en el mundo común en que uno está todos los días.
A pesar que prefiere evitar la palabra “reflejo”, ¿busca esta novela reflejar el cambio que muchos viven del campo a la ciudad?
Creo que es una falsa dicotomía esa oposición estricta campo-ciudad. Es un gran problema desde Joaquín García Monge; el campo idílico que no existió, la ciudad como Babilonia que tampoco existió. Yo no quería un mundo rural idealizado o una ciudad idealizada, porque no existen.
Mucha de la literatura que se le llama “urbana”, que intenta decir lo feo de la ciudad, lo feo que es San José, tiene un efecto a la inversa. En esta sociedad la ciudad es idílica, para nosotros. Pasa igual cuando alguien quiere escribir lo rural tranquilo y silencioso, y la realidad no es así. Creo que no hay nada tan bueno en lo rural o tan malo en la urbe.
¿Tuvo miedo al escribirla?
Lo tuve en el sentido en que fue un texto bastante invasivo. Quería un texto en el cual, realmente, estuviera presente la forma en que las cosas funcionan en el mundo. Suena estúpido, pero lo quería así.
El texto se tornó muy cómodo debido a la crueldad que hay de principio a fin. Donde llegó un punto en que la atmósfera se volvió insostenible; más o menos a mitad de la novela. Tuve que hacer una pausa y me dediqué a escribir cuentos. Escribí muchos cuentos y esa pausa me permitió retomar el texto y terminarlo. Estuve incómodo constantemente. Esa incomodidad es lo único que lo puede llevar a uno a escribir algo más.
¿Por qué escribir sobre temas tabúes como los abordados en la obra?
Creo que porque me gusta la vida de ese tipo de personajes. En varias ocasiones, hasta ahorita a mis 24 años, me he visto rodeado de gente que tiene ese tipo de historias. Al final uno se da cuenta que no son tan excepcionales como la gente piensa. Siempre han estado ahí. No son cosas rebuscadas. No es que haya querido sonar radical o hacer una apuesta política. Simplemente ese tipo de personas y hechos pueblan el mundo.
¿Buscaba alguna reacción en particular hacia el libro?
No, no buscaba nada. Solo quería terminar de escribir una novela y que saliera a la luz.
Ya lo que el libro pudiera o no hacer es algo que no me incumbe a mí. Es algo que se da sí o sí. No buscaba que la gente se sorprendiera; sería excesivo pensar que es una novela sorprendente.
Con esta obra ¿Escribió Byron Salas literatura como la que le gustaría leer?
Como no me gustaba cómo se estaba escribiendo, y sigue sin gustarme la mayoría de las cosas que se escriben, quise escribir una novela que me gustara primero a mí. Si le gustaba a alguien más sería ganancia. Quería insistir en una estética de la novela; de cuidar el estilo y que se vaya a contar en ese estilo. No enfocarme tanto si es realista o no, verosímil o no, impacto social o no.
¿Entonces hasta dónde hay realidad y hasta dónde ficción?
En la novela todo es realidad. Todo. Inventarse las cosas no las hace falsas; y no se me cae el mundo cuando me desprendo de la división entre falso y real. En la novela hay tanta falsedad como la hay en el mundo que habitamos todos los días, y lo mismo respecto a la verdad. Así que no me preocupa una cuota de ficción o realidad.
¿Cómo nacieron los personajes que dan vida a la novela?
En cuotas de improvisación. Escribí el primer capítulo sin tener nada claro. De lo único que partí fue de mi extraño enamoramiento hacia una pintura y de un personaje muy poco delimitado –Lucas-, y que tarde o temprano iba a entrar en el negocio de la pornografía. Eso fue todo. Lo que rodeaba a Lucas fue surgiendo.
¿Hubo inspiración desde la pornografía?
La pornografía en la novela no tiene el papel central, es casi accesorio. Pero si uno lo puede ver así, pienso en uno de los referentes que es una película de 1971, llamada “Pink Narcissus”, que narra las fantasías sexuales de un tipo, de una manera muy alucinante y recargada de colores brillantes.
Ver que uno podía crear ese tipo de pornografía lujosa hizo que me invadiera esa frivolidad de querer un personaje con una vida turbia. ¿Hubo influencias externas para la realización de los personajes de Laura y Julita? ¿Se basó en personajes de otros medios?
No realmente. La imagen que tengo del personaje de Julia es que carga un silencio enorme; lo que sabemos de ella a lo largo del libro es mínimo. Sabemos que está ahí, odia a uno de sus hijos y al otro lo idolatra, y que poco a poco se va quebrando. Fuera de eso, no sabemos casi nada. Es un personaje que, junto con el de Laura, si llegara a encontrar el tono de prosa, sería la segunda parte de un díptico para atar algunos cabos.
¿Entonces hay planes de una segunda parte?
Sí, los hay. Hay intentos por escribirla; varios, pero han fracasado. Entonces voy a dejar que pase un tiempo para ello.
¿Esperaba la postulación y el eventual resultado?
No. Me había hecho la idea de que a pesar que los editores quisieron mandar a concursar el libro, no iba a suceder, porque ya el libro había recibido el rechazo de una editorial previamente. Porque había despertado reticencias por contar un incesto y jugar con los temas ya tratados. Y esos “juegos peligrosos” ya lo habían frenado una vez, pero no pasó y aún me sorprende. El premio en sí, es algo muy incómodo, porque ahora voy a tener que preguntarme cómo voy a escribir algo mejor que esto, si es lo que se esperara de mí.
El Ministerio de Cultura y Juventud anunció los galardonados a los Premios Nacionales de Cultura 2017 a finales de febrero 2018. La ceremonia de entrega de los galardones será el 24 de abril, en el Teatro Nacional de Costa Rica.